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LA ÚNICA MÁCULA FUE EL REJÓNO

Catorce años después Pablo Hermoso de Mendoza regresaba a la Plaza Santa María de Santiago de Querétaro y lo hacía acompañando en el cartel al debut de su hijo Guillermo, y encartelado con otra saga de gran tradición taurina como son los hermanos Diego y Juan Silveti. Una noche marcada para los de a caballo por el mal uso del rejón de muerte, pero también una noche con faenas difíciles de olvidar para los asistentes con unas actuaciones perfectas hasta el final y ante el buen juego en general de los astados de Lo Encinos.

El mismo comportamiento tuvo el primer novillo de Guillermo de salida. Despistado, suelto, sin fijarse en AGORA II. Tuvo que ser el caballo guiado por la mano de su jinete quien aprovechara terrenos y querencias para colocar los dos rejones de castigo y dibujar alguna pincelada para la galería. Parecía que aquello le iba a costar romper, pero una vez más la mano de DISPARATE hizo que el toro sacase todo lo bueno que tenía y que era mucho. El tercio de convirtió en un toma y daca entre caballo y astado. Una máquina de embestir y un derroche de facultades para templar en cada momento el galope al que venía el astado. Templar la bravura del astado es lo que hizo DISPARATE en cada galope de costado o en cada hermosina, donde se dejaba llegar los pitones para cambiar la grupa cuando estaba casi cogido. El tendido en total comunión con un Guillermo que sorprendía a propios y extraños con una lidia llena de garra y entrega. No bajó para nada la intensidad con BACO, que se plantó frente al toro, lo citó y esperó su llegara para quebrarlo entre el ¡uy! del tendido. El toro embestía franco y BACO volvió a realizar la suerte ahora hacia el otro lado del ruedo y volvió a salir ajustado y preciso. Continuó el buen toreo montando a BACANO y llegando toreando con el pecho a las rosas que dejó en un ramillete de tres reuniones para luego agarrar un par a dos manos y dejarlo al segundo intento. Cayó de pie este Guillermo en la Santa María y el triunfo se esfumó por el mal uso de los rejones de muerte y descabello. A pesar de todo, la plaza lo despidió con la mayor de las ovaciones hasta ese momento.